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miércoles, 27 de julio de 2011

Némesis: ¿La compañera del Sol?

Hay otro hipotético miembro del sistema solar que merece la pena mencionar ya que su existencia, aunque improbable, desmontaría muchas de las ideas más arraigadas acerca del Sol. Se trata de la presunta «compañera solar masiva», si bien en muchas de las teorías más exóticas que defienden su existencia recibe otro nombre, el de la diosa griega de la venganza divina, Némesis.
Nuestro Sol, por lo demás una estrella corriente, tiene una característica notable: su presencia solitaria en el espacio. La mayoría de estrellas de nuestro cielo han resultado ser miembros de sistemas binarios. Unas están acompañadas de estrellas tan luminosas o más que ellas; otras danzan con los restos densos de compañeras muertas, en otro tiempo masivas, y algunas continúan su vida con normalidad, sin ser perturbadas apenas por la presencia de minúsculas estrellas enanas que pueden orbitarla hasta un año luz de distancia.
Némesis, la estrella compañera de nuestro Sol
¿Y si el Sol tuviera, realmente, una compañera de esta última categoría? Las débiles enanas rojas y las enanas marrones (astros de tamaño intermedio entre los planetas mayores y las estrellas más pequeñas) son difíciles de detectar incluso con instrumentos modernos y una pequeña estrella lejana, en una órbita de muchos millones de años, no se delataría por su influencia gravitatoria. La existencia de una de tales estrellas sirve de base a una de las teorías científicas modernas más audaces.
Desde el descubrimiento, en 1.979, de un raro elemento, el Iridio, en rocas de todo el mundo en el límite entre los períodos geológicos del Cretácico y el Terciario, se ha aceptado generalmente que el impacto de un gran cometa coincidió con la desaparición -y contribuyó a ella- de los dinosaurios y del 85 por ciento de las especies terrestres de nuestro planeta, hace 65 millones de años. La historia de la Tierra está salpicada de tales extinciones en masa y, por ello, los geólogos empezaron pronto a investigar si todas estas catástrofes evolutivas podían estar ligadas a impactos con cuerpos procedentes del espacio. Se encontraron más cráteres, que se dataron en los periodos correspondientes, pero todavía existe controversia sobre si estos impactos, por si solos, pudieron causar la devastación biológica de una extinción masiva. Aun más discutida resulta la afirmación de algunos científicos de que las extinciones masivas y los cráteres principales se producen a intervalos regulares de unos 26 millones de años.
La idea de que las extinciones sigan ciclos regulares todavía es una opinión minoritaria pero, si resultara cierta, no existe ningún mecanismo terrestre que pueda explicarla, por lo que los científicos apuntan a las estrellas y a los largos ciclos de órbitas estelares. Si los grandes cráteres de impacto siguieran ese mismo ciclo, la mejor explicación sería que algo en orbita elíptica perturbara la Nube de Oort a intervalos regulares. Una órbita de 26 millones de años sería excesivamente grande para un objeto de tamaño planetario, pero aceptable para una débil estrella enana.
Los defensores de tal teoría han llamado Némesis a esta «estrella muerta». Si existe, aunque se trate de una mortecina enana marrón, debería quedar al alcance de los telescopios modernos, pero se trata de saber dónde buscar, Némesis podría acechar en cualquier rincón del cielo y su órbita sería tan lenta que no ofrecería pistas gravitatorias para su localización.

domingo, 17 de julio de 2011

Microsoft registra 'microsoft-sony'

Decir que esta noticia nos ha pillado a contrapie es quedarse cortos... y es que durante la madrugada de hoy se ha desvelado que Microsoft ha registrado los dominios microsoft-sony y sony-microsoft. Obviamente por el momento no es más que eso, un par de registros que no dicen nada, sin embargo es inevitable preguntarnos... ¿qué leñes es esto?

David Reeves, ex-director de videojuegos de Sony Computer Entertainment, ya dejó caer la posibilidad de que Microsoft y Sony se unieran para poder afrontar los costes de futuras consolas. Teniendo en cuenta que, por el momento, ni Sony ni Microsoft han desvelado nada sobre sus nuevas consolas de sobremesa... ¿podría realizarse la previsión de Reeves?

Por nuestra parte toca tomar la noticia con precaución pero, qué demonios, no podemos evitar emocionarnos ante una posible fusión. ¡Sería la leche! ¿No creéis?, imaginaros la consola que podrían sacar estos dos juntos y la potencia que se gastarían

lunes, 11 de julio de 2011

El Hubble cumple su primer millón de observaciones

Eligen al planeta Kepler 2b para llevar a cabo la observación número un millón



El pasado 4 de julio, hace apenas unos días, el telescopio espacial Hubble apuntó sus instrumentos hacia Kepler 2b, un planeta gigante a cerca de mil años luz de la Tierra y llevó así cabo su observación científica número un millón. Un nuevo hito en su historia de más de veinte años. Dos décadas largas en las que el Hubble ha cambiado radicalmente nuestra forma de ver el Universo.
Galaxias remotas, supernovas, lejanos sistemas planetarios, titánicas explosiones, semilleros de estrellas, cúmulos galácticos y estelares... la lista es interminable. Las espectaculares imágenes del telescopio espacial Hubble han emocionado al mundo y han hecho bueno el refrán: cada una de ellas vale mucho más que mil palabras...
Lo explica Charles Bolden, actual administrador de la NASA y el hombre que, el 24 de abril de 1990, se encargó de pilotar el transbordador Discovery en su misión STS-31, que llevó al Hubble hasta su órbita: «Durante 21 años, el Hubble ha sido el observatorio espacial más importante, asombrándonos con sus imágenes profundamente bellas y llevando a la ciencia basada en tierra a un nuevo y enorme abanico de nuevas disciplinas astronómicas».

                                   El gigante gaseoso Kepler 2b

 

A pesar de que la faceta más conocida del Hubble son sus impresionantes fotografías, su trabajo número un millón no es una imagen, sino una medida espectroscópica, una técnica que descompone los rayos de luz en los colores que la componen y gracias a la que es posible averiguar la composición química de los lugares de los que esa luz procede.
Se trataba, en este caso, de buscar signos de agua en el planeta HAT-P-7b (también conocido como Kepler 2b), un gigante gaseoso mayor que Júpiter en órbita de una estrella a cerca de mil años luz de distancia y mucho más caliente que nuestro Sol.
Kepler 2b fue descubierto en 2008 por telescopios con base en tierra y estudiado también por el observatorio espacial Kepler, el «caza planetas» de la NASA. Ahora, el Hubble está siendo utilizado para analizar la composición química de la atmósfera de ese lejano mundo.
Para llevar a cabo su observación número un millón, el Hubble utilizó su cámara número 3 de Espacio profundo, que está equipada con un espectrómetro instalado en mayo de 2009 durante la cuarta misión de mantenimiento del telescopio espacial. Hasta ahora, el observatorio ha recopilado cerca de 50 terabytes de información y datos.

jueves, 7 de julio de 2011

Planetas que no orbitan a una estrella y con masa comparable a la de Júpiter

Se encuentran esparcidos por la Vía Láctea, solos, en la oscuridad del universo, sin una estrella madre que les acoja. Aunque acaban de ser descubiertos es probable que estos 'planetas huérfanos' sean muy numerosos, incluso más que aquellos que orbitan alrededor de un sol.





Un equipo internacional de astrónomos  ha descubierto esta nueva clase de planetas del tamaño de Júpiter que flotan en la oscuridad del espacio, lejos de la luz de una estrella y que hasta ahora habían pasado desapercibidos. Los expertos creen que estos cuerpos "viven en soledad" tras ser "expulsados del desarrollo de sistemas planetarios".
Sigma Orionis, con uno de los 'Júpiter' errantes. IAC

El descubrimiento, publicado en la revista Nature, describe una decena de cuerpos bautizados como 'planetas huérfanos' que "flotan libremente" a unos 20.000 años luz de la Tierra.

"Es un resultado asombroso, y de ser correcto, las implicaciones para la formación planetaria son muy profundas", afirma Debra Fishcherm astrónoma de la Universidad de Yale, en Connecticut.

Aunque se han encontrado evidencias de la existencia de diez de ellos, los científicos creen que podrían existir otros muchos planetas 'vagabundos', más pequeños y que serían tan comunes como aquellos que orbitan en torno a una estrella, como la Tierra o incluso mucho más numerosos .

Los investigadores se basaron en las observaciones del centro de la Vía Láctea que llevaron a cabo astrónomos japoneses y neozelandeses entre 2006 y 2007.

Los planetas se detectaron gracias a la técnica de microlente gravitatorio que escanea la luz en la Vía Láctea en busca de eventos gravitacionales. Consiste en curvar la luz de los planetas más lejanos y aumentarla por la gravedad de las estrellas.

Los astrónomos no saben donde se originaron estos cuerpos oscuros, pero creen que fueron expulsados de sus sistemas por encuentros gravitacionales con otros planetas o estrellas, aunque otra posibilidad es que se encuentren en órbitas muy muy distantes de alguna estrella, algo raro en planetas de esta masa.