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jueves, 29 de noviembre de 2012

La NASA encuentra evidencias de agua helada en Mercurio, el planeta más cercano al Sol

El descubrimiento histórico ha sido confirmado por tres herramientas distintas de la misión Messenger

La NASA ha confirmado el hallazgo de evidencias de «enormes cantidades» de agua helada en Mercurio, el segundo planeta más cálido del Sistema Solar. Los datos han sido recogidos por tres instrumentos distintos de medición de la misión Messenger.
La hipótesis de que Mercurio albergaba agua en estado sólido era manejada por científicos de la NASA desde hacía tiempo, aunque ahora ha sido refrendada por tres líneas independientes de investigación que han llegado a la misma conclusión: el Polo Norte del planeta más cercano al Sol contiene abundante agua helada.
Los «abundantes» depósitos de este líquido se ubican en cráteres a los que nunca llega la luz del Sol.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿creación nuestra?

Recupero esta entrada antigua sobre lo que costo mover algunos de las edificaciones antiguas de Egipto, a causa de la construcción de una presa y se vieron literalmente obligados a trocear dichos monumentos ante la imposibilidad de transportarlos.
La pregunta queda hay, si en nuestra época no pudimos, ¿como lo hicieron hace 5000 años?

Video sobre las piramides

martes, 27 de noviembre de 2012

Apocalipsis 2012: se acerca el final

El cine apocalíptico muestra en el reflejo del espejo cinematográfico todos nuestros miedos, pesadillas y paranoias conspirativas: zombis, catástrofes naturales, guerras nucleares o invasiones alienígenas. El 21 de diciembre puede ser el día en que todo termine.

La pequeña pantalla está inundada de documentales más o menos serios que muestran la vida de aquellos que consideran que el fin del mundo está próximo y están realizando un enorme esfuerzo para asegurar su supervivencia en el futuro. Se trata del movimiento "prepper" que seguramente conocerás gracias a la serie de National Geographic Los que se preparan para el fin del mundo. Almacenar comida, blindar el hogar, salvar radios y aparatos que funcionan con baterías en cápsulas de Faraday caseras, contruir un búnker subterráneo... son algunas de sus estrategias para sobrevivir al desastre. Pero ¿realmente está próximo el final?

Los que se preparan para el fin del mundo en HobbyConsolas.com

El cine reciente parece estar gritando que sí. Las posibilidades son variadas, podría tratarse de una invasión alienígena como en All You Need Is Kill, una enfermedad contagiosa y letal como en El origen del planeta de los simios, la infertilidad masiva como en Hijos de los hombres, un desastre nuclear como el que se rememora en Land of Oblivion o un extraño fenómeno meteorológico como en Fin. Tormentas solares, meteoritos, inundaciones, glaciaciones, la inversión de los polos magnéticos...

Children of men en HobbyConsolas.com

¿Sientes dependencia por el móvil? Pues supón que es imposible generar electricidad... El retroceso sería similar al que trataba de mostrar la magnífica cinta La carretera, adaptación de la igualmente sobresaliente novela de Cormac McCarthy.

También hay una clara línea de pensamiento que piensa que el peor cáncer del planeta Tierra es el propio ser humano y que su erradicación no sería a fin de cuentas más que una liberación. Hay quienes se han adelantado a este hipotético escenario mostrándonos como sería La vida sin nosotros. ¿Cuánto tiempo tardaría en desaparecer nuestra huella?

La vida sin nosotros en HobbyConsolas.com

Otros han optado por mezclar sanamente dos ingredientes: el apocalipsis y el sentido del humor. En esta línea está la episódica Doomsday Book, que se merece una mención especial por su originalidad.

Puede que sencillamente estemos al final de un ciclo porque es recurrente la pesadilla en la que nos sumergen los últimos relatos cinematográficos y los documentales más recientes. Auqnue quizás la moda remita cuando superemos el 2012. Pero pensemos, ¿qué hacer mientras se acerca la apoteosis? Abel Ferrara en 4:44 Last Day on Earth (película que hemos podido ver recientemente en el Festival 4+1 y que está disponible en Filmin hasta el 30 de noviembre) nos da algunas ideas.

El juego de la supervivencia

Si pasamos al terreno de los videojuegos, hay bastantes referencias al fin del mundo (especialmente de moda está la de Assassin´s Creed III que, de hecho, es fiel al calendario maya), pero lo más común es encontrar títulos que nos hablan de "lo que pasó después". Ambientaciones post-apocalípticas, vaya. Ese es el arranque de la historia en Rage, donde las influencias de la saga Mad Max son evidentes, con sus terrenos desérticos y sus bandas de influencia punk peleando por el territorio.

Rage en Hobby Consolas

También acerca de sobrevivir, pero en un entorno más urbano, trata I Am Alive, en el que el final es sólo el comienzo de una etapa todavía más dura. Si resulta que la raza humana está tan irremisiblemente perdida, lo que debería ocurrir es lo que plantea Tokyo Jungle: un mundo en el que la humanidad se ha extinguido y los animales toman las ciudades para recuperar su lugar en el mundo.

Pero tranquilos, el mundo no se puede acabar aún. No sería justo. Por lo menos, hasta que no sepamos si al final sale Final Fantasy Versus XIII o no, el Destino debería darnos algo de cuartelillo. 

Fuente

¿Sería la vida en Marte parecida a la de la Tierra?

En nuestro planeta todo lo que respira cumple siempre las mismas reglas, pero quizás sea diferente ahí fuera

Si hubiera vida en otros planetas, podría no parecerse en absoluto a la que conocemos. Es una limitación que, de hecho, hace extremadamente difícil su identificación. En Marte, sin embargo, las cosas podrían ser muy distintas, ya que el Planeta Rojo es muy parecido al nuestro y la vida, si es que alguna vez la hubo, podría ser muy similar a la que nos rodea.

¿Si hubiera vida ahí fuera, se parecería a la de la Tierra?

No necesariamente. La vida que conocemos, la de todas las criaturas de la Tierra, está basada en el carbono y en una serie de componentes y reglas que son siempre las mismas, no importa que se trate de bacterias, moscas, elefantes o seres humanos. En efecto, toda la vida terrestre procede de un único y lejano antepasado común, un organismo hipotético que los científicos llaman LUCA (Last Ultimate Common Ancestor), que "estrenó" la forma de estar vivo y al que debemos todas nuestras características, seamos de la especie que seamos.
Sin embargo, nada impide la existencia de seres vivientes que sigan otras reglas, o que estén basados en otros elementos diferentes al carbono. Lo que sucede es, hasta ahora, nunca se ha encontrado uno.

Si la vida extraterrestre no estuviera basada en el carbono, como en la Tierra, ¿sabríamos identificarla?

Probablemente no. La razón es que, al no conocer su bioquímica, sería muy difícil, por no decir imposible, diseñar los experimentos adecuados para que nuestros instrumentos detecten esas formas de vida fuera de la Tierra. Algunos piensan que estamos literalmente rodeados de formas de vida "diferentes" pero que, simplemente, no somos capaces de identificarlas.
Cuando una misión espacial busca vida fuera de nuestro planeta, lo único que puede aspirar a encontrar son formas de vida que "funcionen" exactamente de la misma manera que las terrestres, que son las únicas que conocemos. Los experimentos a bordo del Curiosity, por ejemplo, sólo pueden detectar los componentes biológicos (los "ladrillos de la vida") que se conocen, que son los que hacen que nosotros mismos estemos vivos.
Otra cosa sería, por supuesto, toparse con una criatura compleja, que podamos ver o fotografiar, independientemente de cuál sea su bioquímica. Pero eso no es una aproximación realista al problema, ya que es mucho más fácil localizar microorganismos (o sus huellas o restos), que deberían ser, tal y como sucede aquí, mucho más comunes.
La Ciencia funciona por comparación y, en cuanto a la vida se refiere, sencillamente no tenemos nada con qué compararnos. Se está intentando buscar criaturas "diferentes" aquí mismo, en nuestro planeta. Recordemos, por ejemplo, el fallido anuncio de aquellos famosos microorganismos cuyo metabolismo se basaba, en teoría, en el arsénico, y que al final resultaron ser como todos los demás. La NASA dio entonces un gran patinazo, pero si realmente hubiera sido así, ahora tendríamos una forma de vida "alternativa" que nos serviría para ampliar nuestro abanico de búsqueda a una clase de criaturas completamente diferentes a las que conocemos.
Los esfuerzos en este sentido, sin embargo, continúan, y los científicos centran sus esperanzas en los llamados "extremófilos", criaturas que, aquí en la Tierra, han logrado adaptarse y sobrevivir en lugares donde nadie, excepto ellos, podría prosperar. Se ha encontrado vida, en efecto, a más de 120 grados centígrados en las mismísimas calderas de volcanes; o a varios km. de profundidad, en la rocas viva, donde jamás ha llegado luz ni oxígeno; o bajo las gruesas capas de hielo de la Antártida, o junto a chimeneas termales submarinas, a varios km. de profundidad bajo las aguas oceánicas. Saber cómo logran sobrevivir estas peculiares criaturas nos servirá para poder buscarlas, también, fuera de nuestro planeta.

¿Vale todo eso también para Marte y el Curiosity?

Por supuesto que sí. Sin embargo, los investigadores creen que, en el caso de que la encuentren, la vida de Marte debería de parecerse mucho (o incluso ser idéntica) a la de la Tierra. La razón es que ambos planetas se parecen extraordinariamente y se formaron a partir de los mismos materiales y elementos. Además, con Marte existe la posibilidad de "contaminación" de formas de vida ya desarrolladas en planetas cercanos.
De hecho, la vida, la que conocemos, podría haber pasado de la Tierra a Marte sin demasiados problemas, a bordo de meteoritos. O incluso al contrario, podría haberse originado en Marte, que es algo más antiguo que la Tierra, y haber viajado después hasta aquí. En cualquiera de los dos casos, existen muchas posibilidades de que la vida terrestre y la marciana (si existe) sean muy parecidas.
El problema de la contaminación puede alcanzar, aunque con una probabilidad menor, también a otros candidatos a albergar vida dentro de nuestro Sistema Solar, como es el caso de varias lunas de Saturno y Júpiter.
Fuera de los dominios de nuestro Sol, sin embargo, la cosa cambia por completo. "Ahí fuera", en efecto, podría haber formas de vida que, hoy por hoy, no seríamos capaces de identificar. Se ha confirmado ya la existencia de más de 850 planetas extrasolares, y algunos de ellos (unos cincuenta) con algunas características similares a las de la Tierra. Pero nadie nos puede asegurar que en esos mundos lejanos la vida haya surgido de manera completamente distinta a como lo ha hecho aquí.

¿Qué indicios se han encontrado hasta ahora?

La verdad es que no demasiados, aunque sí muy esperanzadores. Por ejemplo, ahora sabemos que el agua es un elemento bastante común en el Universo. Se han detectado inmensas nubes de vapor de agua en galaxias lejanas, e incluso se ha medido el espectro de varios aminoácidos y otros componentes esenciales para la vida a miles de años luz de distancia. Entre los exoplanetas conocidos, además, hay 7 que parecen ser especialmente favorables y que reúnen varias de las características que creemos necesarias para la vida.

¿Se puede pensar en la existencia de vida inteligente, incluso de civilizaciones avanzadas?

Dado que el Universo tiene 13.700 millones de años y que en él existen billones de planetas, parecería lógico pensar que en algunos de ellos la vida pudo desarrollarse hasta formar criaturas complejas y, por qué no, civilizaciones. Ahí está la famosa ecuación de Francis Drake, un ejercicio matemático que combina diversas variables para calcular, de forma aproximada y según la ley de probabilidades, cuántas civilizaciones podría haber ahí fuera.
Drake encontró que, sólo en nuestra galaxia, podrían existir 100.000 civilizaciones tecnológicas, aunque otros investigadores han llegado a cifras completamente diferentes (que van de las diez a los varios millones) con solo cambiar el valor de algunas de las variables. En todo caso, aunque esas civilizaciones existieran, para que podamos contactar con ellas deberían, por lo menos, estar desarrollándose al mismo tiempo que la nuestra.
Nuestra tecnología espacial lleva existiendo poco más de medio siglo, menos que un parpadeo en la historia del Universo. Otras civilizaciones podrían haber surgido hace dos mil, o cinco mil, o siete mil millones de años, haber durado un millón de años y haber desaparecido para siempre mucho antes incluso de que naciera el primer ser humano.
El desafío, pues, sigue abierto. Y los esfuerzos se doblan en campos científicos muy dispares, que van de la astronomía a la física y la biología. El premio, sin duda, merece la pena.

Fuente ABC