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miércoles, 6 de marzo de 2013

El océano de Europa no está aislado

Científicos creen que la gran masa de agua líquida en el interior de esta luna de Júpiter comparte compuestos químicos con la superficie



Europa, una de las más intrigantes lunas de Júpiter, alberga en su interior una gran masa de agua líquida justo debajo de su helada superficie. Y, según un nuevo estudio de investigadores de la NASA, ese océano no está aislado, si no que comparte compuestos químicos con su superficie: Si un astronauta pudiera lamer el suelo de ese extraño mundo, estaría probando el agua en su interior.
La investigación de Mike Brown, astrónomo del Instituto Tecnológico de California (Caltech) y Kevin Hand, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), en Pasadena, describe la evidencia más fuerte hasta ahora de que el agua salada del vasto océano es capaz de abrirse camino hasta la superficie.
El hallazgo, basado en algunos de los mejores datos desde que la misión Galileo de la NASA (1989 a 2003) fuera enviada a estudiar Júpiter y sus lunas, sugiere que hay un intercambio químico entre el océano y la superficie, haciendo que el océano tenga un ambiente químico más rico. El trabajo aparecerá publicado en la revista Astronomical Journal.
El intercambio entre el océano y la superficie «significa que la energía podría estar pasando en el océano, lo cual es importante para las posibilidades de vida allí. Esto también significa que si quieres saber lo que hay en el océano, sólo tiene que ir a la superficie y raspar un poco», afirma Brown.
Los científicos creen que el océano de Europa cubre todo el globo de la luna y tiene aproximadamente 100 kilómetros de espesor bajo una capa de hielo fino. Desde los días de las misiones Voyager y Galileo, los científicos han debatido sobre la composición de la superficie de Europa. El espectrómetro de infrarrojos a bordo de Galileo no fue capaz de proporcionar la precisión necesaria para identificar definitivamente algunos de los materiales presentes en la superficie. Ahora, utilizando el telescopio Keck II en Mauna Kea, Hawai, y su espectrómetro de OSIRIS, Brown y Hand han identificado una característica espectroscópica en la superficie de Europa que indica la presencia de una sal de sulfato de magnesio, un mineral llamado epsomita, que podrían haberse formado por la oxidación de un mineral probablemente originado en el océano.

La mar salada

Los autores creen que la composición del océano de Europa puede asemejarse mucho a la mar salada de la Tierra. Esta luna se considera un objetivo principal en la búsqueda de vida fuera de nuestro planeta. Un equipo de investigación financiado por la NASA dirigido por el JPL y el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Laurel, Maryland, ha estado trabajando con la comunidad científica para identificar opciones para extender la exploración de Europa. «Si algo hemos aprendido acerca de la vida en la Tierra, es que donde hay agua líquida, por lo general hay vida», dice Hand. «Y, por supuesto, nuestro mar es un mar agradable y salado. Quizás el océano salado de Europa es también un lugar maravilloso para la vida».


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