El guante es capaz de incrementar nuestra fuerza de agarre y reduce el esfuezo necesario para sostener, por ejemplo, una herramienta pesada
No es la primera vez que la NASA y General Motors se cruzan. Algunos lectores probablemente recuerden al Robonaut 2, que buscará reemplazar a astronautas de carne y hueso en misiones de alto riesgo. Ahora, su nuevo proyecto en común se llama K-Glove, un guante capaz de incrementar nuestra fuerza de agarre, reduciendo la cantidad de esfuerzo necesario y prolongando el tiempo por el que podemos sostener una herramienta pesada.
¿Cuántas
veces se te ha escapado una herramienta de las manos? Sea por el sudor,
por hacer (mal) demasiada fuerza, o por estar en una posición algo
extraña (doblado, torcido, bajo un fregadero...), nunca falta la ocasión
de que las manos nos traicionan más allá de nuestro esfuerzo. Algunas
herramientas son particularmente pesadas, mientras que otras son
difíciles de sostener por su diseño. Se ha hablado mucho sobre una
asistencia tecnológica para ganar mayor fuerza en nuestras manos o
lidiar con objetos más pesados (un ejemplo son los exoesqueletos), pero
esta solución presentada por NASA y General Motors es, a falta de otro
calificativo, excelente.
Se
trata del K-Glove, un guante robótico cuyos orígenes pueden rastrearse
al robot Roboanut 2. Una combinación de sensores de presión, tendones
sintéticos y actuadores le permiten al usuario del K-Glove sostener un
objeto realizando un esfuerzo más bajo de lo normal. A modo de
comparación, con el K-Glove un trabajador necesitaría de unos cuatro
kilogramos y medio de fuerza para sostener un objeto, cuando en realidad
requeriría de unos nueve kilogramos de fuerza si trabajara con la mano
desnuda. Al mismo tiempo, los sensores integrados al K-Glove permiten
determinar la fuerza de agarre, de forma tal que pueden llevarse a cabo
tareas más delicadas.
De
más está decirlo, las aplicaciones del K-Glove son muy amplias, pero en
la NASA valoran la forma de implementar el K-Glove en los trajes
espaciales. Obviamente, están lidiando con un prototipo, y será
necesario estudiar y refinar la tecnología antes de que pueda ser
utilizada en combinación con un sistema de protección tan crítico.
Actualmente, el prototipo tiene un peso aproximado de un kilogramo (sin
contar el paquete de baterías de iones de litio), pero se espera
miniaturizar el diseño para hacerlo todavía más cómodo.
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